un día en punto naranja – 2024

Fanzine. 2/2.
Tinta sobre Papel canson.
42 x 59.4 cm.
San Antonio de los Baños. Cuba.

Residencia Punto Naranja – 15ª Bienal de La Habana – Cuba
La experiencia del Juego como práctica artística en relación a procesos sociales en la Residencia Punto Naranja – Campamento Quisicuaba – San Antonio de los Baños.

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Fui convocada para participar como artista en la Residencia Punto Naranja, en el marco de la 15ª Bienal de La Habana, en un programa orientado al trabajo con la comunidad de convivientes del Campamento Quisicuaba.

Feliz de aceptar el desafío y llevar a la práctica más de 10 años de experiencia en trabajo, conceptualización y escritura sobre arte contemporáneo en relación con procesos sociales, llegué al lugar con la propuesta de convivir durante 10 días, para trabajar colaborativamente en el desarrollo de juegos de mesa como propuesta artística.

Es importante mencionar que, en el Campamento, viven alrededor de 150 personas que anteriormente fueron deambulantes en La Habana. Gracias al comedor de la Asociación Quisicuaba (ubicado en Centro Habana), tienen la posibilidad de mudarse a la ciudad de San Antonio de los Baños, a un edificio brutalista que funcionaba como escuela de campo, a 30 minutos a pie del entorno urbano más cercano.
Allí reciben cinco comidas diarias, atención médica, ropa y alojamiento, además de visitas periódicas de artistas y personas interesadas en el proyecto.

Una vez en el lugar, decidí integrarme a sus actividades cotidianas y escuchar sus historias, no desde la perspectiva de quien observa (cómo la antropología moderna), sino desde quien participa, intercambia y también cuenta su propia historia. Me uní a los juegos con los que ya estaban habituados, las terapias, la hora de ejercicio y sus rutinas (el noticiero de las 20h y la novela de las 21h). Les pedí que me enseñaran juegos clásicos cubanos, y así aprendí y jugué Parchís, Chapita, Gato y Ratón, Silo, La Solterona, La Guerra y La Brisa.

De esta manera me propuse realizar un diagnóstico para organizar el plan y programa de trabajo, que comprendiese e involucrarse a las personas en el proceso. Note que las personas tenían mucha dificultad para hablar de su pasado y un rechazo a las neuro divergencias (propias y de otros convivientes) lo que establecía distancia y prejuicio entre las personas que habitaban el lugar.
Así es que decidí realizar un trabajo que pudiese habilitar a las personas a no sentir vergüenza de cómo han vivido, a la vez que generar empatía y cercanía entre sí, y con las diversas personas que visitaban el lugar.

Después de algunos días y tras ganar la confianza de algunos convivientes, les conté que diseño juegos. Les mostré un fanzine que había creado, titulado Cartas Afectivas (un trabajo de mapeo de relaciones desarrollado entre 2022 y 2023), y comenzamos a hablar sobre la idea de crear un juego inspirado en el Campamento.

Mientras avanzábamos en el desarrollo, convivientes y funcionarias se acercaban curiosos y les fui pidiendo ideas, mientras yo diseñaba, editaba y dibujaba el juego. Esto permitió abrir una conversación sobre las actividades que las personas realizaban para divertirse antes de llegar al Campamento. Me contaron que solían cantar, contar cuentos de doble sentido (cosmos) y bailar.
Así, organizamos con la enfermera Rosi un día dedicado a esas formas de entretenimiento, utilizando un micrófono con luces que llevé al lugar para que cualquier conviviente pudiera montar un pequeño show frente a las demás personas. Fue un evento muy emocionante para todos, por lo que acordé con Rosi dejarle el micrófono para que pudieran repetirlo en el futuro.

Luego de varios días, colaboraciones y ajustes, terminamos el desarrollo de un juego que es una adaptación de Serpientes y escaleras. En él, se recorre un tablero dibujado a mano que representa un día en el Campamento. Todo comienza cuando eres recibido por “Cariño”, una de las mascotas del lugar. A partir de ahí, tiras los dados y avanzas por las casillas, que representan distintas áreas del edificio (el comedor, la plaza, los dormitorios, etc) y las actividades cotidianas que forman parte de la rutina del Campamento (el desayuno, el dominó, la merienda con tortica, etc).
También decidimos incluir tarjetas de suerte que, de manera aleatoria, te colocan en situaciones beneficiosas o desafiantes habituales del lugar (como la llegada de los niños, el paso del huracán, o la visita del presidente), lo que te hace avanzar o retroceder en el tablero.

Tal vez lo más significativo del juego sean las fichas, que permiten adoptar la ficción de ser un deambulante, una materia prima, un funcionario o un visitante (un artista, un yuma, etc). Esta idea surgió de conversaciones sobre sus diversiones pasadas, donde me contaron que las personas en situación de calle han establecido una extensa tipología de deambulantes (como buzo, sancochero, jinetero, lata alegre, entre otras) para reír y sobrellevar su día a día.

Así, Un Día en Punto Naranja representa la vida en ese lugar, integrando a quienes los visitan en su realidad y abriendo la conversación sobre las experiencias pasadas de quienes fueron deambulantes. Todo esto ocurre en un contexto en el que todas las personas se encuentran al mismo nivel, porque ya no aplican las reglas del mundo exterior; todos son iguales frente a las reglas del juego.

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El juego Un Día en Punto Naranja fue desarrollado colaborativamente en coautoría con Alexander Noél Padrón Pardo y con la colaboración de Silvia Espinosa, Mercy, Alejandro, Zorisadai, Natali Peña Juan, Olga María Villa Barrien, María Caridad, Liban, Rosi, Luis Alfredo, Eugenio, Mayte, Natasha Forcade, Adrian Lamera, Osmany Bonet y Rosa Naday.

Agradezco especialmente a Jorge Sepúlveda T., Federico de la Puente, Alma Cardoso, Soledad Gil, Ángel, Camagüey y Jaime Permuth.

Recibí el apoyo de Uberbau_House, la Embajada Argentina en Cuba, el Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, la Asociación Quisicuaba, Nelson Ramírez de Arellano, Lisset Alonso Compte y Yanet Oviedo.